miércoles, 21 de marzo de 2018

LA CRISIS DEL 2008, DIEZ AÑOS DE ESCUELA DE GESTION BANCARIA



Ahora que se cumplen diez años desde el inicio de la mayor crisis financiera en décadas, que tan terribles consecuencias está dejando, quiero exponer aquí alguna de las enseñanzas que también nos está  dando. Lecciones que se están aplicando  a toda la re-ingeniería de la arquitectura y funcionamiento del sector financiero europeo, realizada mediante el proceso regulador de la última década, y que tiene como objetivo hacer que la actividad bancaria funcione de manera sostenible y con visión responsable del futuro, para hacer que la sociedad, que tanta necesidad tienen de servirse del uso eficiente y eficaz de sus recursos financieros, continúe de forma estable.

La pregunta que hacerse como responsables en mayor o menor medida en el sector es: ¿cómo podemos garantizar que los bancos sirvan de manera confiable a la economía y a la sociedad?

Dar respuesta a esta pregunta se ha convertido en el objetivo final de todas las reformas regulatorias relevantes que se han emprendido desde la crisis, y mucho se está haciendo, desde la mejora de los estándares globales de capital y liquidez con los acuerdos de Basilea III, pasando por el establecimiento y desarrollo en marcha de la Unión Bancaria y la Unión de Mercados de Capitales Europea. Las reglas del juego responsable para los bancos ahora están mucho más establecidas, Y lo mismo es cierto para la supervisión.

Pero hay una cosa que ni las reglas ni los supervisores pueden hacer. No pueden evitar que todos y cada uno de los bancos puedan fallar. La posibilidad de fallo es inherente a cualquier tipo de negocio, y es un elemento central para que las economías de mercado que funcionan bien.

En el pasado la creencia de que los bancos que fallaran serían rescatados sea cual sea el costo a la sociedad creó malos incentivos. Algunos bancos se acostumbraron a una garantía implícita y gratuita de los gobiernos, que se activó cuando las cosas salieron mal. Una gestión de esos bancos sensata y prudente a menudo se consideraba menos importante. Algunos bancos aumentaron su rentabilidad invirtiendo en activos de mayor riesgo. De esa forma, podrían obtener rendimientos más altos, sabiendo que los riesgos correrían a cargo de otros, por parte de los contribuyentes. Ni los accionistas ni los gestores en los comités de dirección proporcionaron los controles y equilibrios necesarios. No tenían incentivos para controlar los riesgos. A menudo esperaban beneficios desmesurados, sabiendo que necesitaban tomar riesgos igualmente grandes para obtener estos retornos. Pero no les importó demasiado creían vivir en un mundo donde los beneficios los ganaban unos pocos, pero las pérdidas se imponían a muchos.

No es el trabajo de las autoridades públicas, supervisores bancarios, ni la sociedad en general  mantener vivos a los bancos individuales con dificultades. No se deben bajar los estándares para atender al banco más débil. También es erróneo suponer que la economía  solo necesita crecer unos años más para que el banco se recupere. El resultado son bancos ineficaces, que se tambalean como zombis económica y financieramente, apenas capaces de sobrevivir en los buenos tiempos, que no sirven, y que hacen menos fiables a las economías y lastran la sociedad.

Muchos de estos bancos no echaron el cierre antes de la crisis por las expectativas de supervivencia y durante las primeras etapas de la crisis tampoco lo pudieron hacer, manteniéndolos en coma con el aporte de ingentes cantidades de recursos públicos de la sociedad por evitar los mayores efectos de la bola de nieve y contagio en la ya debilitada falta de confianza y estabilidad del sistema económico.

Pero las entidades financieras pueden fallar y deben ser ordenadamente sacadas de las economías sin que el coste recaiga en la sociedad mediante los rescates públicos.

Para esto se ha ideado el Mecanismo Único de Resolución Bancario Europeo, MUR. 

Este sistema define las herramientas y la necesaria intervención institucional para asegurar el orden y el mínimo impacto en la sociedad en las resoluciones bancarias, con el mayor objetivo de evitar  que el dinero de los contribuyentes sea involucrado para cubrir las pérdidas mediante las regalas de aplicación en primer lugar del capital de los propios accionistas/propietarios y luego de otros acreedores y del restos de la industria bancaria, y que vendrán a dar la motivación necesaria para que la gestión sensata y prudente sea considerada con la importancia que merece entre los consejos de administración bancarios.

Sin embargo nunca es deseable que los bancos fallen, su resolución ordenada debe ser un último recurso y en este sentido el sistema bancario debe iniciar su atención mucho antes de llegada la quiebra.

Ahora se exige, para la buena solvencia de las entidades, que se elaboren nuevos planes exhaustivos de capital y liquidez que cumplan con las necesidades de fondos propios bancarios para cubrir los riesgos de pérdidas en las inversiones, y de recursos monetarios para cubrir las necesidades de hacer frente a las obligaciones de pago a tiempo.  Ahora también se exige anticipadamente cuando la marcha de las entidades es buena, que se elaboren planes y se mantengan fondos adecuados para la recuperación o resolución ordenada en  la quiebras.

Se han definido las pruebas de resistencia de la solvencia de los bancos en varios escenarios hipotéticos futuros más y menos adversos de la economía y los mercados financieros para evaluar sus niveles y  gestión de riesgos y evaluar que su capital pueda hacer frente a las pérdidas, y si no lo hace se aplicarán decisiones ad-hoc por el supervisor sobre sus niveles de capital.

Se han definido regulaciones con medidas de cobertura temprana de pérdidas y guías de gestión y buenas prácticas  sobre las carteras de préstamos no productivos, cuyos niveles mantienen a un grupo de bancos de la UE en dificultades.

Se han  creado herramientas de intervención anticipada, (todavía en vías de mejora y homogeneización en la UE), para que las instituciones públicas de supervisión y vigilancia, pueden usarlos si ven que un banco está a punto de entrar en problemas. La idea es ser intrusivo y hacer que el banco sea oficialmente consciente de las serias preocupaciones de su gestión y situación. 

Adicionalmente la declaración de quiebra o posibilidad de quiebra de un banco por parte de las autoridades de supervisión tiene consecuencias de gran alcance, que supondrá una carga financiera para los accionistas. Por lo que es una decisión difícil a la que se le aplica un delicado proceso con actos de estudio y análisis, amplio conocimiento experto, equilibrio y mucha atención a los plazos ya  que si la decisión se posterga demasiado tiempo, los costes e impactos de la quiebra comienzan a aumentar. Esto perjudicaría a los acreedores y depositantes, e incluso podría convertirse en una amenaza para la estabilidad financiera.

Pero de todas las medidas la más eficaz para no llegar al fallo bancario, es la vigilancia de la gestión prudente de las operaciones bancarias, asegurando modelos de negocio rentables y sostenibles en el largo plazo; asegurando adecuadas estructuras expertas de gobierno y dirección internas con suficiente independencia e información, asegurando correcto conocimiento y organización para la identificación, evaluación, medida, control y mitigación de los riegos de todo tipo a los que se exponen los bancos; asegurando la rápida y eficaz gestión de las inversiones fallidas; asegurando que los niveles de capital y provisiones y los planes para mantenerlos son los necesarios para garantizar solvencia en condiciones normales o excepcionales; y asegurando que la liquidez a tiempo y los planes para mantenerla sean los necesarios para garantizar las obligaciones de pagos en condiciones normales o excepcionales.

Esta práctica de la gestión prudente se recoge en el Libro Único de regulación bancaria que es el primer pilar constitutivo de la Unión Bancaria Europea y su vigilancia se recoge en  las responsabilidades del Mecanismo Único de Supervisión Bancaria Europea, MUS.

Los profesionales y expertos que se van incorporando a la industria bancaria desde la crisis en los últimos años, serán los responsables en el mañana de conducir el devenir del sector y su servicio confiable a la sociedad, y es importante que mantengan  el conocimiento necesario y juicio  para que sea un sector que entregue gran prosperidad, y no ruinas sociales, como la de la última crisis, de la que todos nos podemos servir de forma positiva para sacar las lecciones y aprender cómo mejor alcanzar ese alto objetivo mediante la gestión prudente y responsable de las entidades financieras.